
El verdadero problema surge cuando eres tú mismo el que te haces la pregunta y sabes que ahí sí necesitas una respuesta sincera. ¿Eres feliz? Sí, claro, ¿por qué no? ¡Error! Respuesta equivocada. Claro que hay muchas razones para no ser feliz. El 90% de las personas de este maldito planeta no lo son. Viven encadenados a un trabajo de mierda que no les llena pero que, sin embargo, necesitan para pagar una hipoteca y saldar las deudas que generan sus caprichos; no tienen pareja o tienen una a la que se aferran para no sentirse o acabar solos, así que de amor ya ni hablamos; ven pasar los años mientras los sueños que un día tuvieron se vuelven cada vez más lejanos; y lo peor de todo es que no son capaces de mover un solo dedo para cambiar su situación, bien porque aunque quisieran no podrían hacer nada por cambiarla, o bien porque están demasiado encadenados a su propia resignación y pereza como para tan siquiera intentarlo. Además, ¿quién no puede ser feliz jugando a la Play 3, saliendo los viernes a beber y ligar o comprando el último modelo de coche (sí, el mismo que en su eslogan promete devolverte tu dinero si el coche en cuestión no te da la felicidad)?
Ahora, yo te pregunto: ¿eres feliz? Y si no lo eres, ¿qué haces para cambiar y serlo?