sábado, 10 de octubre de 2009

Caricias


Me gusta que mis labios
tengan el poder de estremecerte;
que mis dedos sean capaces
de recorrer tu piel
despertando mil sensaciones,
como un susurro que toca tu oído
para después marcharse,
aunque su rumor te acompañe
más allá de ese instante.

Quiero beber agua de tu boca
hasta que se me seque la sangre
que me late por pecho y piernas,
y que en un torrente de especias
te entrego cada noche.

Podría susurrarte lentamente
"no sabes cuánto te quiero",
pero te estaría mintiendo.
Claro que lo sabes,
lo sabes porque lo siento,
porque más que mil palabras valen los hechos,
y enganchado a tus pechos
te lo repito en prosa y verso,
hasta que mi voz se gaste
y sólo queden mis labios y mis dedos,
esos que te dan placer con un simple gesto,
que destapan tu sonrisa, mis ganas y tu deseo,
que me hacen feliz y eterno
acurrucado en tu seno.

Una sonrisa, una caricia,
un beso lento y meditado.
Tú te estremeces entre mis brazos;
yo sonrío feliz y satisfecho.